Erase una vez una perrita que vivía en el escaparate de una tienda. Todas las personas que pasaban la miraban de bonita que era. Era gris entera y tenía dos manchones en cada oreja.
Pasaba por allí una familia, al niño pequeño se le antojó y se la llevaron a su casa. A la perrita Lucerita le daban las mejores comidas que había en el supermercado, la llevaban al mejor veterinario que había en el pueblo.
Se va aproximando el verano y con él las vacaciones. Ya va creando la perrita un gran problema. El niño estaba muy encariñado con la perrita y lloraba porque los padres la querían abandonar. Cuando los padres le dijeron que cuando volvieran de vacaciones le iban a comprar otra más pequeña, el niño se quedó conforme. Muchas veces tienen la culpa los padres por no educar bien a sus hijos.
Llegó agosto, ya tenían planeado lo que iban a hacer con la perrita y por la noche la dejaron en un aparcamiento de coches que estaba muy lejos de su casa para que la perrita nunca encontrara a sus dueños.
Pasó una gran pesadilla, la fue a coger un coche, estuvo toda la noches sola, y todo el día, sola, casi muerta de hambre, con heridas graves de la cogida del coche.
A la perrita Lucerita la vio una anciana y se la llevó a su casa. La cuidó muy bien, la alimentó muy bien, le presentó a su perro y tuvo muchos perritos igual de bonitos que ella.
La historia ya ha terminado con un fin muy bonito. Pero muchos perros no tienen la misma suerte, los coge un coche o desaparecen y cuando aparecen ya están muertos.
¡Por favor, no abandonen a los animales!
¡Por favor, no lo hagan! Que todos no tienen la misma suerte que la perrita Lucerita.
Anabel;Paula;Nuria!