dissabte, 30 de novembre del 2013

EL EMPRESARIO Y SUS PERROS.



 Érase una vez, dos perros que vagaban  sin rumbo por  la ciudad de Valencia, cuando  tuvieron la gran suerte de encontrarse por la calle a un humilde empresario que les dijo:
—Buenos días perritos, ¿vais perdidos?
—Sí, contestaron los dos perros a la vez.
—Pues si queréis podéis veniros a mi casa, porque soy soltero y tengo mucho sitio para que podáis correr y jugar los dos juntitos, dijo el hombre. A los dos perritos les pareció buena idea, pero el más mayor, llamado Baster, no parecía muy contento.
El hombre los recogió y los llevó a su casa, donde les presentó a su perrito, que parecía un poco asustado.
Los primeros días en la casa fueron bastante buenos, aunque Baster siempre estaba gruñendo y comportándose como un maleducado, hasta que un día el hombre se hartó y decidió llamar a la perrera para que se llevara a dicho perro porque no podían seguir malviviendo de tal manera.
El día que llegó la perrera a la casa, el perro que acompañaba a Baster por las calles de Valencia no quería que se lo llevaran porque había sido su apoyo durante los últimos meses, pero tenía que marcharse para que pudieran vivir tranquilos.

Una vez Baster abandonó la casa todo volvió a su sitio y todos quedaron contentos. El hombre seguía visitando al perro en la perrera y los cuidadores de dicho lugar le decían que seguía siendo igual de maleducado y gruñon que antes. Entonces, por culpa de sus comportamientos ninguna familia lo pudo adoptar y pasó el resto de su vida encerrado en una jaula y con una libertad escasa.

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