dijous, 3 de maig del 2012


-El año pasado llego un chico de intercambio que se llamaba Brad (Bradley), era Británico y tenia diecisiete años.
Su cara era franca, jovial e inteligente, su frente era lisa; tenía los ojos azulados y despiertos, su nariz era fina, su boca fresca y habladora.
Su cuello elegante y fino, sus dientes blancos y aliniados. Sus mejillas suaves y blandas, sus labios rojizos y sus pestañas negras. Las cejas eran arqueadas y un poco gruesas.
Su olor de piel era blanquecino. Los cabellos brillantes, limpios, lisos, largos y rubios.
Sus manos cálidas, delicadas y grandes.
Sus piernas eran fuertes y robustas. Era alto, robusto, curpulento, nervioso, fuerte, joven, deportivo y sano.
Vestía con ropa deportiva y a veces se ponía una gorra de rapero.
Era alegre, atrevido, educado, astuto, simpático, divertido y un poco burlón, era culto y listo.
En el pueblo en el que vivía el paisaje era muy verde, pero siempre llovía y hacía frío. Así que él decidió venirse aquí durante unos días.
-Cuando llegó Brad, el director del instituto me dijo que le enseñara el centro y que me ocupara de él.
El director me dijo que había hablado con mis padres para ver si podía quedarse en mi casa el tiempo que estuviera aquí, ellos le dijeron que si.
Le enseñe mi pueblo y le presente a mis hermanos y a mis amigos.
Siempre que salía a pasear venía con migo.
Un día, en el rio, me dijo que si quería que fueramos novios, y yo no le hice caso.
Pasaron unos días i me lo volvió a pregutar y al final le dije que si.
Cuando llego el dia de irse quedamos como amigos.

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